Homenaje Sabatino a Nuestra Señora la Virgen del Monte Carmelo.

_SALUTACIÓN_
Santa Madre de Dios, el sábado ha sido siempre tu día.

La Iglesia ha ungido el sábado con su culto litúrgico y el pueblo con su espontánea devoción.

El Carmelo, al ritmo de liturgia y devoción, ha dedicado el sábado a su Madre y Reina, Santa María.

Yo, como hijo de la Iglesia, del pueblo y del Carmelo, quiero Señora, rendirte también mi humilde homenaje sabatino.

Quiero consagrarme a Ti en esta jornada llena de tu presencia.

Quiero elevar a Ti mi súplica en este "día de tus gracias".

Quiero, sobre todo, recabar hoy tu "indulgencia sabatina" de Reina del Purgatorio para mis hermanos difuntos.

Virgen Carmelitana, te ofrendo este sábado florecido de entrega, plegaria y amor.

Madre de misericordia, que después del último sábado de nuestra peregrinación, nos hagas descansar en el día octavo de la meta definitiva. Así sea.

_INVOCACIONES_
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por haberme vestido con tu santo escapulario, prenda segura de salvación.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

- ¡Madre mia del Carmelo! Gracias por tu escapulario, canal abundante por donde bajan raudales continuos de gracias sobre el mundo.
Dios te salve María...

- ¡Madre mia del Carmelo! Gracias por tu escapulario, protección segura contra los peligros del alma y del cuerpo.
Dios te salve María...

_ORACIÓN FINAL_
¡Madre mía del Carmelo! Humildemente ante tus pies, te doy las más rendidas gracias por el tiempo que he pasado en tu venerable presencia ponderando tus virtudes y reconociendo tus bondades

Yo quiero alabarte siempre y es mi deseo que mi lengua cante tus bondades sin cesar y mi corazón te ame y te quiera como a la mejor y más cariñosa de las Madres.

Recibe mi deseo de reunir hoy las alabanzas con que te festeja el Carmelo cada sábado para obsequiarte con ellas, y concédeme la gracia de estar a tu lado por toda la eternidad.

Así sea.